Domingo 29/06 18.00hs
Quisiera no sentir todo ese ruido
Lucila Mariani - Argentina - 2025
Una mujer atraviesa un aborto. En su departamento, la noche es larga. Su novio está en la habitación y su perro camina por la casa, siguiéndola por todos lados. La mujer busca en Google, revisa su cuenta bancaria, se queda dormida, contesta correos electrónicos, intentando pasar la noche lo más rápido posible, buscando distracciones. A su alrededor, distintos destellos de luz (que solamente su perro parece ver y oír) materializan su ansiedad.

Director
Lucila Mariani
Dirigió numerosos cortometrajes: “Wekwaindu” (2018) filmado en 16mm, tuvo su estreno en el BFI’s Future Film Festival. “Resonancias” (2019), tuvo su estreno en el Festival Internacional de Cine de Rotterdam (IFFR) y fue seleccionado en el New Directors/New Films (organizado por el MoMA y Film at Lincoln Center) y en BAFICI. “Luna que se quiebra sobre la tiniebla de mi soledad” (2022) tuvo su estreno mundial en el Festival de Cine de Locarno, en Competencia Internacional – Pardi di Domani. Está desarrollando “Los días libres”, participante de La Fabrique Cinema (Festival de Cannes, 2023), becada por la Fundación Carolina para participar del Curso de Desarrollo de Proyectos Audiovisuales del Programa Ibermedia (2023), participante del Concurso Federal Raymundo Gleyzer del INCAA (2021), de las Working Sessions de Punto Género (2021, Ventana Sur), Foro de Co-producción de San Sebastián (2023, donde ganó el premio ArteKino), EAVE Puentes (2023) e IzañaLab (2024) donde tuvo mentorías de Estibaliz Urresola y Théo Court. La película cuenta con el apoyo del INCAA, Ibermedia, Mecenazgo Cultural y ANCINE. Lucila participó de la Locarno Filmmakers Academy (2023) junto a un grupo selecto de jóvenes cineastas.

A través de una puesta en escena austera y sin dramatismo, acompañamos a una mujer durante la noche en que atraviesa un aborto. Su cuerpo intenta permanecer quieto, pero su mente no deja de moverse. Lucila Mariani construye un clima en el que lo mínimo y lo cotidiano se cargan de sentido. El sonido constante del edificio y de los vecinos se vuelve una presencia inquietante y molesta, tan propia de la vida urbana como del insomnio. La noche se revela como escenario íntimo, donde el ruido exterior apenas logra opacar el ruido que hay adentro.